miércoles, 17 de junio de 2009

SEMANA 29 DE EMBARAZO

¡Hola!
Esta semana he decidido no hablar del peso. ¿Para qué? Ya sabéis que paso del peso medio en esta semana de gestación. Por si te interesa mucho mucho piensa que he aumentado aquel kilo trescientos de hace una semana, unos 100-150 gr. Ahora mido cerca de 38 centímetros desde la cabeza hasta los talones, la misma altura que alcanza una Godecia doble, hortofrutícolamente hablando.
En este punto he de disculparme por mi actitud hacia el doctor que la semana pasada tuvo la osadía de pesarme. Quizá su afirmación no sea tan descabellada. Desde aquí veo que estoy comenzando a redondearme y ya no parezco tan flaco.
Por otra parte los músculos y pulmones siguen desarrollándose y la cabeza está creciendo para adaptarse al cerebro, que cada día está más grande. De hecho ya hemos entrado en una fase en la que el cerebro ha madurado tanto que puedo regular mi temperatura corporal, que con la que está cayendo no es baladí. Pero ojito, todavía necesito el calor del cuerpo de mamá para mantenerme caliente hasta que nazca. Se siguen desarrollando células nerviosas del cerebro. Al nacer, tendré cientos de miles de millones de ellas, que aunque parezcan muchas, se debe recordar que no se crearán más después de nacer. Todas esas células nerviosas estarán al servicio de controlar que mis excrementos abandonen mi cuerpo humano en el momento más inoportuno. ¡Viva el mal!
Como estoy creciendo tanto, ahora es cuando más nutrición necesito. Por eso y para que esté bien alimentado, necesito que mi madre me envié por el tubo que va a mi panza suficientes proteínas, vitamina C, ácido fólico, hierro y calcio. Cada día se depositan en mi esqueleto unos 200 miligramos de calcio, que van endureciendo mis huesos.
Mis sentidos están muy activos, ya sé ponerme cómodo y he aprendido a moverme. Entre todas las posturas ya he encontrado una que me gusta, quizás permanezca así lo que queda en el loft. Estoy boca abajo, porque me encaja la cabeza con un hueco y así puedo controlar mejor mis funciones motrices y patadeicas (ya sé que no existe la palabra pero, ¿me has entendido? Pues eso).
Ahora resulta que se han inventado un jueguecito, hunden mi espacio vital (¡el mío!) y yo respondo con una patada, con todas las ganas que tengo. Vuelven a hundir y vuelvo a patear. Se creen que me hace gracia, pero me fastidia bastante. Los oigo reirse y decir: "¡Qué fuerte! ¡Qué fuerte!". Ya lo sé, intento pegar todo lo fuerte que puedo, saben reconocerlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario